domingo, diciembre 11, 2005

Marca de pertenencia

Habías reservado mesa en un restaurante pero nos sobraba aún algo de tiempo que, tras haber visitado todos los pintorescos rincones del lugar, llenábamos tomándonos fotos en la terraza del mirador. Luego nos tomamos un refresco en la plaza observando el bullicio a nuestro alrededor.
Me habías hablado aquella mañana, mientras nos desperezábamos en la cama, de que deseabas regalarme algún objeto que pudiera usar en mi vida cotidiana y que simbolizara lo mismo que el collar que en la intimidad solía usar: Qué era tuya
Me sentí feliz de saber aquel, tu deseo, por marcar mi pertenencia a ti de un modo que resultaría invisible para el resto de la gente.
Hablamos sobre las opciones que habías barajado y te expresé mi predilección entre las que manifestaste, por llevar una tobillera.
Seguimos paseando sin rumbo por las estrechas callejuelas del pequeño pueblo. Te detuviste ante una tienda algo hippie donde se agolpaban en el escaparate pendientes y pulseras.
Elegiste una tobillera para mí.. Era una fina cadenita de plata, sin ningún adorno adicional.
Tras pagarla, la guardaste, dentro del envoltorio de regalo que la vendedora te ofreció.
Bromee sobre la posible destinataria de ese regalo y me seguiste la broma con un tono de ambigüedad y misterio que yo fingí creer.
Seguimos paseando por las empedradas calles hasta llegar casi al restaurante.
Te detuviste y tras abrazarme y besarme me elevaste del suelo por sorpresa. Me sentaste en el alféizar de una ventana y marcaste en mi tobillo izquierdo el símbolo de mi pertenencia a ti, dijiste que era el lado del corazón.
La tobillera plateada resaltaba ahora en mi piel morena.
Me indicaste que no debía de quitármela jamás, en ningún momento. Porque yo era tuya siempre, en cualquier lugar y situación. Así lo deseabas. Así lo sentía. Tuya.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosa escena, no ya sólo por lo que dices sino por lo que expresas tras esas palabras. Un besote.

Roberto dijo...

que bonito, y como lo relatas desde el fondo de tu corazón.
saludos
roberto

Elisabeta dijo...

elbucaro...todo quedo ya en pasado,un beso.

roberto,gracias por tu comentario,lo sentía desde el fondo de mi corazón..Un beso

Karl Andrews dijo...

Que rico es pertencer a alguien no? yo mismo he sido esclavo mas de una vez, y amo tambien...el amor cuando es asi es rico e intenso!

Me fascino este relato!
Besos
Karl

Anónimo dijo...

Uys, pero a parte de ti ¿hay más gente a la que le gusta eso de BDSM? Desde luego, cuánto vicio! jejeje.
Bueno, es otra forma de amar... y el amor es lo más bonito que hay.
Un beso.

Catalina Pimentel dijo...

impactante relato el tuyo. me emociona hasta los dedos.

Anónimo dijo...

Ayer caí casualmente en una página y leí un relato. Me acordé de ti. Igual ya lo has leído pero te pongo el enlace por si te gusta: lalolamemola, a mí me pareció excitante.
Besos.

policaricus dijo...

Tienes el gusto, que gusta a mi gusto. El gusto es mio.

Marta dijo...

Cualquier símbolo de pertenencia puede convertirse en el mejor regalo.

Anónimo dijo...

sabes lo mejor? Que no necesitas marca de nada, porque tú ya te sentías suya.

Chico Dove dijo...

¿Sigue allí o ese tobillo es ya accesible?.

Palabras Preñadas dijo...

Esto no es un déjà vu. Hace meses que leí este pasaje de otros labios, de otro nombre, de otro alma. ¿Acaso juegas tú también con el tiempo? ¿Acaso tienes tú también varios rostros? Desde Madrid, desde el cielo...

Elisabeta dijo...

el amo supongo que lo habrás leido en la web de Didak donde si tengo otro rostro...o alguien me ha plagiado,jeje...Un besote