Te miré sorprendida, habían pasado apenas unas horas desde que nos habíamos encontrado en aquel tren y tú rompiste el silencio que empezaba a abrumarnos en aquella calida terraza una tarde cualquiera de invierno.
Ya nos habíamos contado casi todo y tan sólo quedaba abordar el motivo de tu viaje para conocerme.
Y fue entonces cuando supe que los mails previos, las veladas en el chat y las interminables conversaciones por teléfono habían fructificado en un mutuo deseo de iniciar una relación…
Y tras aquel fin de semana llegaron otros días compartidos y muchos momentos felices.
Fui tu primera sumisa y aquellos cinco meses me colmaste de felicidad con tus atenciones, tus detalles y tu trato…Convirtiéndote en mi Amo.
¿Sabes que he seguido usando durante estos casi cinco años la pulsera que me regalaste en mi cumpleaños?
Acero y oro como una serpiente enroscada a mi muñeca.
Jamás pensé que la vida pudiera hacernos reencontrar en un momento similar.
Y dices que quizás es ahora nuestro momento porque entonces no pudo serlo.
Vuelves a ser el hombre entusiasta y feliz que un día conocí, te muestras tan ilusionado con nuestro encuentro…Y yo temo por tu ilusión por si vuelves a agobiarte como entonces por no tenerme y necesitarme...
Me has contado que escribiste sobre aquella nuestra primera noche compartida en un parador a la orilla del mar, y te he confesado que yo también escribí un relato sobre aquella noche tan especial.
No sabes que en realidad escribí muchas más páginas donde eras tú el protagonista, rememorando nuestros dulces y excitantes encuentros.
Quieres que intercambiemos nuestros escritos y me perturba la idea de sentirme de nuevo desnuda frente a ti. Desnudarte mis recuerdos, mis pensamientos otra vez…
En aquellos días en que me seducías tan sólo con tu mirada, con tu olor…Eras irresistible para mí y cada vez que estábamos juntos volvías a vencer a la mujer y a apoderarte de la sumisa.
He adorado tu recuerdo, siempre fuiste alguien muy especial para mí, y ahora por sorpresa vuelves a mi vida, cuando más necesitada de entregarme estoy.
Mañana volveré a verte, luciré mi pulsera en la muñeca, como siempre,desde entonces...
No sé si tu recordaras al verme lo que un día fui para ti y si se removerán en nosotros de nuevo deseos escondidos, mañana estarás aquí, comeremos juntos y verás de nuevo a quien un día fue…Tu sumisa…
jueves, septiembre 21, 2006
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4 comentarios:
En el mundo hay hombres afortunados: éstos son los que alguna vez se cruzaron contigo por la calle y encontraron tus ojos en los suyos.
Después hay hombres con mucha suerte: los que alguna vez gozaron de tu compañía, de la intimidad de tu presencia cercana. Ésa que te hace contener la respiración, los que vivieron esos momentos mágicos.
Luego, el selecto grupo de los elegidos: ellos gozaron de tu amor. La mayoría, de la intimidad de tu goce volcánico.
Al fin, este afortunadísimo mortal que toca con las yemas de sus dedos el cielo: destino de tu entrega, objeto de tu sumisión.
¿Queda alguien más? Seguramente, pero ya no entra en el terreno de lo humano.
el Señor de la Mansión muchas gracias por tu comentario,sabes que recibo tus palabras,como un hálago para mí del que no soy merecedora, con gratitud infinita...
Y sí, te diré que sí ,que seguramente queda alguien más...Pero como bien dices los Dioses jamás pudieron habitar en territorios de humanos porque entonces quizás dejarian de ser Dioses...
Con todos mis respetos: gracias...por todo...
Como ya dije.. tal vez este sea su tiempo, pero si no lo fuera, aun te quedan esos recuerdos maravillosos de lo que un dia fué...
Y en verdad que el es afortunado de haber poseido tu sumision algun dia...
Besos
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