
(Gäel)
Timothy se acercó al rincón donde estaba Andrea esposada y le acarició con su mano,repleta de infinita ternura, la mejilla,resbalando por su cara hasta detener sus dedos sobre sus labios esperando que ella respondiera agradecida con su lengua a las dulces caricias.
Andrea, dócil como una perrita, lamió y beso la mano de su Dueño.
George permanecía en el umbral de la puerta observando la escena.
Jamás hubiese podido imaginar que podría ver a Andrea arrodillada, desnuda, hermosa y entregada al placer de su Dueño.
Timothy se dio ligeramente la vuelta para indicarle a George con un gesto de su cabeza que se aproximara a ellos, mientras Andrea seguía lamiendo su mano dulcemente, recorriendo con su lengua dedo a dedo, perdiendo sus labios en aquella adorada mano y saboreando con sumo placer la piel de su propietario.
Cuando George se detuvo al lado de ellos pudo apreciar aún más, la hermosura de la mujer y también que estaba marcada. Descubrió un piercing azul en su ombligo y que llevaba los pezones anillados.
Sintió una tremenda admiración por los avances que su amigo, Timothy, había conseguido de su esclava.
- Andrea, saluda a nuestro invitado como debes, ya sabes que esta visita de George es en calidad de Amo, además de amigo, y que esta noche te cederé a él, es la única prueba que tenemos pendiente de superar en tu adiestramiento.
George ofreció a Andrea su mano y ella mostrando la misma complacencia con que había lamido a su Dueño le beso y acarició con su lengua.
Tras este recibimiento Timothy procedió a desatar las cadenas que la unían a la pared y le ordenó que se posicionara en el suelo como una perrita, ofreciendo la esplendida visión de su contorneado trasero.
Entonces Timothy cogió una pequeña paleta que había encima del potro, situado a su lado, y se la ofreció a George.
- Se inician las clases de hoy y Andrea ha sido muy mala alumna, ¿Tendremos que castigarla, verdad George?
George asintió con la cabeza y sin proferir palabra alguna inició aquel castigo, azotando a Andrea en sus nalgas con la pequeña paleta.
Ella permanecía en silencio, sin variar un ápice su posición, lo que le agrado a George que sin contar los azotes, no detuvo su castigo hasta que el trasero de ella estuvo lo suficientemente enrojecido.
Cuando dio por finalizado la tanda de azotes Timothy comprobó paseando su mano por el sexo de ella la humedad que delataba el placer de la mujer en aquella situación.
- George creo que a nuestra putita le ha agradado el castigo, seguramente habremos de ser mucho más duros con ella esta noche si no queremos que no nos pierda el respeto. ¿Qué sería de nuestra reputación como Amos si estamos regalando el placer a nuestra sumisa sin que nos haya aún complacido? – dijo Timothy en tono irónico.
- Tienes razón Timothy, habremos de ser mucho más duros con ella…- respondió George mientras observaba como a Andrea se le escapaba una fúrtiva lágrima por las mejillas.
Timothy, quizás sin darse cuenta de aquellas lágrimas, abrochó una cadena más fina al collar de Andrea, y la conminó a seguirles gateando, abandonando la fría estancia.