domingo, febrero 04, 2007

Vidas Secretas (IV)


Veinticuatro horas


Andrea se incorporó y permaneció sentada en la cama, sin tapar su desnudez, observando con frialdad el crispado rostro de Timothy, mientras su amante se vestía con rapidez queriendo escapar lo antes posible de aquella habitación y de la casa donde parecía estar fraguándose una tempestad de hechos y palabras.
Cuando la puerta de la calle se cerró Timothy por fin reaccionó abandonando la mudez en la que se había sumido desde que descubrió a Andrea con otro, en su cama.
Un derrotado Timothy se acerco hasta la cama y musitó:
- ¿Por qué Andrea? ¿Por qué?
Ella sin bajar su mirada, con la sombra de la venganza danzando en sus ojos, sonrió al responderle:
- Quiero mi libertad Timothy, esto se ha terminado, no soy feliz a tu lado, no deseo darme más a ti.
Timothy se sentó en la cama, intentaba descubrir en el rostro de aquella mujer a su amada esclava pero parecía una desconocida la que con una sonrisa irónica le hablaba y miraba.
Y fue en aquel momento cuando Timothy sintió que ella le pertenecía, que siempre iba a ser así y que quizás no estaba todo perdido.
Sin mediar palabra la agarró de sus cabellos y aproximó su boca a sus oídos para susurrarle esta vez:
- No puedes pedirme la libertad Andrea, te la daré yo, cuando yo quiera. ¿Has olvidado que soy tu Amo?
Andrea le miro sorprendida, aquel estirón de pelo pareció al mismo tiempo sacudir su alma y despertar viejas sensaciones olvidadas.
Timothy con su otra mano libre, le propinó una sonora bofetada en su mejilla.
- Responde Andrea… ¿quién soy?...
Ella bajo la mirada y nada respondió, deseaba resistirse a aquella sumisión que durante años había sido su modo de vida y relación con Timothy, no tenía ya sentido seguir desempeñando aquel rol…Pero sentir a Timothy imponiéndose a su voluntad, tan sólo con su voz y un gesto era un hecho que le desconcertaba.
Timothy recrudeció con más fuerza el estirón de cabellos mientras volvía a susurrarle al oído:
- Dame veinticuatros horas Andrea, sólo veinticuatro horas, mañana te preguntaré si quieres ser libre, si así lo deseas te liberaré…para siempre…Si tu respuesta es no, no habrá ya otra oportunidad para ti, tu condición será ya por siempre la de ser mi esclava y viviras para mí.
Andrea sin saber porque se sorprendió a si misma asintiendo con la cabeza. Podría haber elegido ser libre ya, pero parecía que su alma se resistía a abandonar aquel cautiverio y quiso darse por última vez a Timothy, serían tan sólo veinticuatro horas más de su vida…No era nada de tiempo comparado con todo lo que le quedaba por vivir…Veinticuatro horas.
- Gracias Andrea. Espera aquí tumbada. No te muevas – le dijo Timothy mirándola conmovido mientras la gratitud brillaba en sus ojos.
Acto seguido la despojo de las sabanas, mientras ella se acurrucaba, tenía frío…
Observo en silencio como Timothy salía de la habitación, pero no oso volverse a cubrir con las sabanas.
Cuando él entró de nuevo en la habitación no tuvo tiempo de ver que llevaba en las manos, ya que él cubrió su cabeza con una capucha negra, tan sólo un agujero en la zona de los labios le permitía no sentirse totalmente prisionera de aquella oscuridad.
Delicadamente las manos de Timothy abrocharon sendas muñequeras a sus tobillos y después a sus muñecas.
Andrea oía las cuerdas deslizarse entre las argollas de las muñequeras, suponía que Timothy estaba atándola a la cama.
Ella permanecía quieta, le encantaba que Timothy la atara, se sentía mimada y cuidada cuando él atrapaba su cuerpo entre cuerdas y la hacía sentir indefensa, a su total disposición…Sin poder escapar de su Amo, sometida a su voluntad…
Hacia mucho tiempo que Timothy había perdido aquella costumbre que ella había añorado en secreto…
Inesperadamente sintió aquellos aguijones, primero en los labios menores de su sexo, supuso que eran pinzas hincándose en su piel, intento retorcerse de dolor pero las ataduras le concedían escasa movilidad…
- No quiero oírte gritar Andrea, si gritas habrá más pinzas para tu sexo .
Ella intento serenarse pero antes de recuperar el aliento de nuevo los aguijones profanaron su piel, esta vez en sus pezones.
No pudo contener un grito.
Timothy cruzó su cara con una bofetada.
- No grites!
Intentó acallar sus gemidos de dolor, siempre había soportado muy mal las pinzas en sus pezones y aquel día Timothy parecía haberse ensañado con esa zona de su cuerpo.
Timothy la despojo de la capucha, y pudo ver su rostro mientras él la contemplaba.
- Estas guapa, muy guapa…Andrea…
Ella siguio mirandole fijamente sin musitar ninguna palabra, sentía cierto temor ante Timothy que parecía aquella tarde obrar al margen de lo que ella pudiera sentir, quejarse o sufrir.
Tras contemplarla un rato en silencio le cubrió los ojos con un antifaz y tras ordenarle abrir la boca le introdujo un pequeño trapo en su interior.
- Ahora ya no podrás gritar… Abre la boca..Así...- le dijo Timothy mientras acercaba a la cama en sus manos un cuenco que había depositado previamente en el suelo.
Andrea abrió la boca, obediente...Expectante, intentando adivinar en aquellos sonidos de Timothy aproximándose a ella que era lo que iba a suceder a continuación...
Un líquido de sabor amargo e íntenso fue derramado en su boca, empapando aquel trapo q había en su lengua, enmudeciendo su voz, fue sintiendo como el líquido salpicaba su cuello, sus hombros, imagino su melena humedecida también y sintió una tremenda repugnancia, aquel sabor tan peculiar y desagradable sólo podía ser de ...

3 comentarios:

yole dijo...

Morbosamente crudo el relato...

Ika dijo...

de que??? eres tan buena contando historia, que aunque pase el tiempo es posible seguir recordando el hilo de la historia, besos...

Travieso dijo...

Me gustaria saciarme con tus fluidos, puedo?