Intento apartar su rostro que era regado sin tregua por el dorado líquido.
El amargo sabor se deslizaba sin piedad abriendose paso entre sus labios, su boca, su garganta…Timothy la obligaba con sus palabras, a continuar engullendo toda aquella sustancia procedente del cuenco, que seguía derramando sin cesar sobre su entreabierta boca…
Ella se quejaba e intentaba liberarse vanamente de aquel suplicio, pero si se movía mucho el líquido se derramaba por fuera de su boca, y ese resultado era peor…
Cuando él se detuvo pensó que ya había finalizado su castigo, pero se había equivocado.
Tras unos momentos de silencio en los que no sabía que sucedía ni que estaba haciendo Timothy salió de dudas.
Agujas ardientes de cera cayeron como lluvia sobre su piel.
Sentía la cera en sus pezones, en su pecho, él fue bajando hasta su sexo mientras ella pensaba que ya no podía resistir más aquella calida tortura…
Tras unos momentos de incertidumbre y reposo, lentamente Timothy se tumbo sobre ella, sintiendo su cuerpo poseído por el peso del hombre.
Le aparto el antifaz, deslizándolo hasta su frente y la miro escrudiñando sus ojos…
Ella no pudo evitar llorar, se sintió vulnerable, perdida, envuelta por aquella humedad que la asfixiaba minando toda resistencia…
- Estas sucia, sabes a que hueles? – Le preguntó Timothy mirándola fijamente.
Andrea cerró los ojos, sentía que había perdido aquella batalla contra si misma y no podía mantener la mirada de Timothy.
- No cierres los ojos Andrea o volveré a ponerte las pinzas en los pezones –afirmó Timothy mientras liberaba su boca de aquel empapado trapo con el que había acallado sus quejas.
Ella intentaba sostener su mirada pero las lágrimas seguían invadiendo sus ojos.
Timothy hundió su sexo en su cuerpo, y ella tan sólo pudo sentir que le deseaba cada vez más…
Atada en cruz en la cama, su cuerpo se balanceaba al compás del ritmo que Timothy marcaba.
A veces él la besaba en los labios y ella se sentía agradecida de que él fuese capaz de sellar su boca con besos a pesar de sentirse tan sucia.
Su cuerpo se convulsiono sin apenas anunciarse, arqueándo de placer su espalda, estremecida por un orgasmo que inundo su ser de paz…
Timothy la miraba en silencio mientras ella recuperaba el aliento.
- ¿Ya sabes que eres una perrita viciosa? ¿Te das cuenta que incluso sucia has sido capaz de sentir placer? ¿Ya no te importa lo que pueda pensar de ti?...
- ¿Por qué me humillas así?...- fue todo lo que pudo responderle mirándole mientras seguía llorando...
Se sentía confundida, el brutal orgasmo la había dejado un poco desconcertada, pero no quería pensar en nada, en ese momento prefería no pensar y siguió moviéndose levemente intentando seguir sintiendo en sus entrañas a Timothy…
- Has vuelto a olvidarte de pedirme permiso para correrte Andrea…
- Lo siento…- se disculpo ella
- Levántate – respondió él, tras retirarse de su cuerpo.
Andrea se levanto perezosamente y Timothy la aferro de la mano, conduciéndola hasta el baño de la habitación de los invitados.
Una vez allí la hizo pasar dentro de la cabina de ducha.
- Cierra los ojos, no los abras hasta que yo te lo indique – le ordenó.
Andrea cerró los ojos y espero expectante.
Lo cierto es que tan sólo ansiaba sentir el agua y el jabón sobre su piel, deseaba lavarse el cabello, deslizar la espuma por cada centímetro de su piel, quería sentirse limpia, atractiva, deseable…
Escucho los pasos de Timothy acercándose, no sabía que más podía esperar…
Y el frío y dorado líquido de nuevo fue derramado sobre su cabeza…
Abrió los ojos sorprendida y sobresaltada y estalló en llanto.
- Vaya, ¿tú no eras la que nunca lloraba? …- le inquirió Timothy…
Andrea no pudo responder, se abandono a esas lágrimas que parecían purificar su alma, vaciarla de todo cuanto fue antes, y convertirla en una nueva mujer.
Ya no podía haber más orgullo ni resistencia en ella, pertenecía a Timothy.
Él la dejo sola un rato en la ducha, entro un par de veces para ver si se encontraba bien.
Ella siguió enjabonándose, intentando desprenderse de todo lo que había vivido, de todo lo mal que lo había pasado en los momentos previos.
Cuando estaba terminando de secarse con la toalla entró de nuevo Timothy y se detuvo frente a ella.
- Dime Andrea, ¿deseas abrazarme o abofetearme? - preguntó Timothy con el semblante serio y gravedad en su voz.
El amargo sabor se deslizaba sin piedad abriendose paso entre sus labios, su boca, su garganta…Timothy la obligaba con sus palabras, a continuar engullendo toda aquella sustancia procedente del cuenco, que seguía derramando sin cesar sobre su entreabierta boca…
Ella se quejaba e intentaba liberarse vanamente de aquel suplicio, pero si se movía mucho el líquido se derramaba por fuera de su boca, y ese resultado era peor…
Cuando él se detuvo pensó que ya había finalizado su castigo, pero se había equivocado.
Tras unos momentos de silencio en los que no sabía que sucedía ni que estaba haciendo Timothy salió de dudas.
Agujas ardientes de cera cayeron como lluvia sobre su piel.
Sentía la cera en sus pezones, en su pecho, él fue bajando hasta su sexo mientras ella pensaba que ya no podía resistir más aquella calida tortura…
Tras unos momentos de incertidumbre y reposo, lentamente Timothy se tumbo sobre ella, sintiendo su cuerpo poseído por el peso del hombre.
Le aparto el antifaz, deslizándolo hasta su frente y la miro escrudiñando sus ojos…
Ella no pudo evitar llorar, se sintió vulnerable, perdida, envuelta por aquella humedad que la asfixiaba minando toda resistencia…
- Estas sucia, sabes a que hueles? – Le preguntó Timothy mirándola fijamente.
Andrea cerró los ojos, sentía que había perdido aquella batalla contra si misma y no podía mantener la mirada de Timothy.
- No cierres los ojos Andrea o volveré a ponerte las pinzas en los pezones –afirmó Timothy mientras liberaba su boca de aquel empapado trapo con el que había acallado sus quejas.
Ella intentaba sostener su mirada pero las lágrimas seguían invadiendo sus ojos.
Timothy hundió su sexo en su cuerpo, y ella tan sólo pudo sentir que le deseaba cada vez más…
Atada en cruz en la cama, su cuerpo se balanceaba al compás del ritmo que Timothy marcaba.
A veces él la besaba en los labios y ella se sentía agradecida de que él fuese capaz de sellar su boca con besos a pesar de sentirse tan sucia.
Su cuerpo se convulsiono sin apenas anunciarse, arqueándo de placer su espalda, estremecida por un orgasmo que inundo su ser de paz…
Timothy la miraba en silencio mientras ella recuperaba el aliento.
- ¿Ya sabes que eres una perrita viciosa? ¿Te das cuenta que incluso sucia has sido capaz de sentir placer? ¿Ya no te importa lo que pueda pensar de ti?...
- ¿Por qué me humillas así?...- fue todo lo que pudo responderle mirándole mientras seguía llorando...
Se sentía confundida, el brutal orgasmo la había dejado un poco desconcertada, pero no quería pensar en nada, en ese momento prefería no pensar y siguió moviéndose levemente intentando seguir sintiendo en sus entrañas a Timothy…
- Has vuelto a olvidarte de pedirme permiso para correrte Andrea…
- Lo siento…- se disculpo ella
- Levántate – respondió él, tras retirarse de su cuerpo.
Andrea se levanto perezosamente y Timothy la aferro de la mano, conduciéndola hasta el baño de la habitación de los invitados.
Una vez allí la hizo pasar dentro de la cabina de ducha.
- Cierra los ojos, no los abras hasta que yo te lo indique – le ordenó.
Andrea cerró los ojos y espero expectante.
Lo cierto es que tan sólo ansiaba sentir el agua y el jabón sobre su piel, deseaba lavarse el cabello, deslizar la espuma por cada centímetro de su piel, quería sentirse limpia, atractiva, deseable…
Escucho los pasos de Timothy acercándose, no sabía que más podía esperar…
Y el frío y dorado líquido de nuevo fue derramado sobre su cabeza…
Abrió los ojos sorprendida y sobresaltada y estalló en llanto.
- Vaya, ¿tú no eras la que nunca lloraba? …- le inquirió Timothy…
Andrea no pudo responder, se abandono a esas lágrimas que parecían purificar su alma, vaciarla de todo cuanto fue antes, y convertirla en una nueva mujer.
Ya no podía haber más orgullo ni resistencia en ella, pertenecía a Timothy.
Él la dejo sola un rato en la ducha, entro un par de veces para ver si se encontraba bien.
Ella siguió enjabonándose, intentando desprenderse de todo lo que había vivido, de todo lo mal que lo había pasado en los momentos previos.
Cuando estaba terminando de secarse con la toalla entró de nuevo Timothy y se detuvo frente a ella.
- Dime Andrea, ¿deseas abrazarme o abofetearme? - preguntó Timothy con el semblante serio y gravedad en su voz.
- Deseo abrazarme a ti – respondió ella feliz.
La toalla se deslizó hasta el suelo, ella se abrazó a su Amo, hundió su cara en su pecho y supo que era suya, como jamás lo había sido de nadie…
La toalla se deslizó hasta el suelo, ella se abrazó a su Amo, hundió su cara en su pecho y supo que era suya, como jamás lo había sido de nadie…