jueves, agosto 23, 2007

Anillada


Sara seguia tendida en la cama, a pesar de que la luz asaltaba ya sin ningún pudor su alcoba.
Había dejado la ventana entreabierta por la noche y septiembre respiraba su fresco aliento sobre la habitación, bamboleando las blancas cortinas y acariciando levemente el rostro de Sara…
Sin darse apenas cuenta su perezosa mano paseó hasta su sexo, el tacto de las anillas en sus dedos, la punzada de dolor que sintió al acariciarse antes de tropezar con ellas, le recordó de nuevo esa extraña y dulce sensación de saberse anillada para su Dueño…
Sonrió sin dejar de pensar en aquella tarde, semanas atrás cuando su Amo la sorprendió al conducirla hasta una tienda de piercings.
Se sintió emocionada al descubrir que su Amo deseaba anillarla, marcarla para siempre como suya…
El dolor que laceró su depilado sexo tan sólo la hacía sentir más propiedad de su Amo, se sentía inmensamente feliz, orgullosa de que él hubiese decidido que llegara ese momento…
Su mano siguió jugueteando con las anillas mientras seguía recordando…La primera vez que él le expresó su deseo de anillarla, sus temores a que la marcara siendo que apenas eran aún unos desconocidos…

Y cómo en el transcurso de los meses dejo a un lado todas sus dudas para anhelar cada vez más que él decidiera que había llegado el momento, incluso temiendo que él hubiese dejado a un lado ese pensamiento…
Y ahora marcada, anillada para su Amo se sentía inmensamente agradecida porque él había decidido que ella merecía este honor, y tan sólo podía desear que pronto estuviesen de nuevo juntos, las heridas ya habían cicatrizado y Sara anhelaba que su Amo la usara, que disfrutara de su cuerpo, sentirse la perra que él había forjado…
Sus pensamientos precipitaban la danza de la mano en su sexo pero supo que debía de detener aquel vaivén, húmeda y deseosa ya por el deseo…Él le había prohibido tener ningún orgasmo sin su permiso, ahora todo su cuerpo le pertenecía, era él quien administraba su placer y quién decidía cuándo, dónde... Y no deseaba contrariarle ni enojarle, y preferia evitar un castigo por ese motivo...
Se desperezó y se levantó de la cama, estuvo un rato mirándose frente al viejo espejo, cómplice de tantos encuentros en aquella alcoba, guardián de sus más íntimos secretos…
Se sentía hermosa, más deseable que nunca, asi anillada, más perra, más esclava, ya para siempre de su Dueño…

miércoles, febrero 14, 2007

Vidas Secretas (V)


Intento apartar su rostro que era regado sin tregua por el dorado líquido.
El amargo sabor se deslizaba sin piedad abriendose paso entre sus labios, su boca, su garganta…Timothy la obligaba con sus palabras, a continuar engullendo toda aquella sustancia procedente del cuenco, que seguía derramando sin cesar sobre su entreabierta boca…
Ella se quejaba e intentaba liberarse vanamente de aquel suplicio, pero si se movía mucho el líquido se derramaba por fuera de su boca, y ese resultado era peor…
Cuando él se detuvo pensó que ya había finalizado su castigo, pero se había equivocado.
Tras unos momentos de silencio en los que no sabía que sucedía ni que estaba haciendo Timothy salió de dudas.
Agujas ardientes de cera cayeron como lluvia sobre su piel.
Sentía la cera en sus pezones, en su pecho, él fue bajando hasta su sexo mientras ella pensaba que ya no podía resistir más aquella calida tortura…
Tras unos momentos de incertidumbre y reposo, lentamente Timothy se tumbo sobre ella, sintiendo su cuerpo poseído por el peso del hombre.
Le aparto el antifaz, deslizándolo hasta su frente y la miro escrudiñando sus ojos…
Ella no pudo evitar llorar, se sintió vulnerable, perdida, envuelta por aquella humedad que la asfixiaba minando toda resistencia…
- Estas sucia, sabes a que hueles? – Le preguntó Timothy mirándola fijamente.
Andrea cerró los ojos, sentía que había perdido aquella batalla contra si misma y no podía mantener la mirada de Timothy.
- No cierres los ojos Andrea o volveré a ponerte las pinzas en los pezones –afirmó Timothy mientras liberaba su boca de aquel empapado trapo con el que había acallado sus quejas.
Ella intentaba sostener su mirada pero las lágrimas seguían invadiendo sus ojos.
Timothy hundió su sexo en su cuerpo, y ella tan sólo pudo sentir que le deseaba cada vez más…
Atada en cruz en la cama, su cuerpo se balanceaba al compás del ritmo que Timothy marcaba.
A veces él la besaba en los labios y ella se sentía agradecida de que él fuese capaz de sellar su boca con besos a pesar de sentirse tan sucia.
Su cuerpo se convulsiono sin apenas anunciarse, arqueándo de placer su espalda, estremecida por un orgasmo que inundo su ser de paz…
Timothy la miraba en silencio mientras ella recuperaba el aliento.
- ¿Ya sabes que eres una perrita viciosa? ¿Te das cuenta que incluso sucia has sido capaz de sentir placer? ¿Ya no te importa lo que pueda pensar de ti?...
- ¿Por qué me humillas así?...- fue todo lo que pudo responderle mirándole mientras seguía llorando...
Se sentía confundida, el brutal orgasmo la había dejado un poco desconcertada, pero no quería pensar en nada, en ese momento prefería no pensar y siguió moviéndose levemente intentando seguir sintiendo en sus entrañas a Timothy…
- Has vuelto a olvidarte de pedirme permiso para correrte Andrea…
- Lo siento…- se disculpo ella
- Levántate – respondió él, tras retirarse de su cuerpo.
Andrea se levanto perezosamente y Timothy la aferro de la mano, conduciéndola hasta el baño de la habitación de los invitados.
Una vez allí la hizo pasar dentro de la cabina de ducha.
- Cierra los ojos, no los abras hasta que yo te lo indique – le ordenó.
Andrea cerró los ojos y espero expectante.
Lo cierto es que tan sólo ansiaba sentir el agua y el jabón sobre su piel, deseaba lavarse el cabello, deslizar la espuma por cada centímetro de su piel, quería sentirse limpia, atractiva, deseable…
Escucho los pasos de Timothy acercándose, no sabía que más podía esperar…
Y el frío y dorado líquido de nuevo fue derramado sobre su cabeza…
Abrió los ojos sorprendida y sobresaltada y estalló en llanto.
- Vaya, ¿tú no eras la que nunca lloraba? …- le inquirió Timothy…
Andrea no pudo responder, se abandono a esas lágrimas que parecían purificar su alma, vaciarla de todo cuanto fue antes, y convertirla en una nueva mujer.
Ya no podía haber más orgullo ni resistencia en ella, pertenecía a Timothy.
Él la dejo sola un rato en la ducha, entro un par de veces para ver si se encontraba bien.
Ella siguió enjabonándose, intentando desprenderse de todo lo que había vivido, de todo lo mal que lo había pasado en los momentos previos.
Cuando estaba terminando de secarse con la toalla entró de nuevo Timothy y se detuvo frente a ella.
- Dime Andrea, ¿deseas abrazarme o abofetearme? - preguntó Timothy con el semblante serio y gravedad en su voz.
- Deseo abrazarme a ti – respondió ella feliz.
La toalla se deslizó hasta el suelo, ella se abrazó a su Amo, hundió su cara en su pecho y supo que era suya, como jamás lo había sido de nadie…

domingo, febrero 04, 2007

Vidas Secretas (IV)


Veinticuatro horas


Andrea se incorporó y permaneció sentada en la cama, sin tapar su desnudez, observando con frialdad el crispado rostro de Timothy, mientras su amante se vestía con rapidez queriendo escapar lo antes posible de aquella habitación y de la casa donde parecía estar fraguándose una tempestad de hechos y palabras.
Cuando la puerta de la calle se cerró Timothy por fin reaccionó abandonando la mudez en la que se había sumido desde que descubrió a Andrea con otro, en su cama.
Un derrotado Timothy se acerco hasta la cama y musitó:
- ¿Por qué Andrea? ¿Por qué?
Ella sin bajar su mirada, con la sombra de la venganza danzando en sus ojos, sonrió al responderle:
- Quiero mi libertad Timothy, esto se ha terminado, no soy feliz a tu lado, no deseo darme más a ti.
Timothy se sentó en la cama, intentaba descubrir en el rostro de aquella mujer a su amada esclava pero parecía una desconocida la que con una sonrisa irónica le hablaba y miraba.
Y fue en aquel momento cuando Timothy sintió que ella le pertenecía, que siempre iba a ser así y que quizás no estaba todo perdido.
Sin mediar palabra la agarró de sus cabellos y aproximó su boca a sus oídos para susurrarle esta vez:
- No puedes pedirme la libertad Andrea, te la daré yo, cuando yo quiera. ¿Has olvidado que soy tu Amo?
Andrea le miro sorprendida, aquel estirón de pelo pareció al mismo tiempo sacudir su alma y despertar viejas sensaciones olvidadas.
Timothy con su otra mano libre, le propinó una sonora bofetada en su mejilla.
- Responde Andrea… ¿quién soy?...
Ella bajo la mirada y nada respondió, deseaba resistirse a aquella sumisión que durante años había sido su modo de vida y relación con Timothy, no tenía ya sentido seguir desempeñando aquel rol…Pero sentir a Timothy imponiéndose a su voluntad, tan sólo con su voz y un gesto era un hecho que le desconcertaba.
Timothy recrudeció con más fuerza el estirón de cabellos mientras volvía a susurrarle al oído:
- Dame veinticuatros horas Andrea, sólo veinticuatro horas, mañana te preguntaré si quieres ser libre, si así lo deseas te liberaré…para siempre…Si tu respuesta es no, no habrá ya otra oportunidad para ti, tu condición será ya por siempre la de ser mi esclava y viviras para mí.
Andrea sin saber porque se sorprendió a si misma asintiendo con la cabeza. Podría haber elegido ser libre ya, pero parecía que su alma se resistía a abandonar aquel cautiverio y quiso darse por última vez a Timothy, serían tan sólo veinticuatro horas más de su vida…No era nada de tiempo comparado con todo lo que le quedaba por vivir…Veinticuatro horas.
- Gracias Andrea. Espera aquí tumbada. No te muevas – le dijo Timothy mirándola conmovido mientras la gratitud brillaba en sus ojos.
Acto seguido la despojo de las sabanas, mientras ella se acurrucaba, tenía frío…
Observo en silencio como Timothy salía de la habitación, pero no oso volverse a cubrir con las sabanas.
Cuando él entró de nuevo en la habitación no tuvo tiempo de ver que llevaba en las manos, ya que él cubrió su cabeza con una capucha negra, tan sólo un agujero en la zona de los labios le permitía no sentirse totalmente prisionera de aquella oscuridad.
Delicadamente las manos de Timothy abrocharon sendas muñequeras a sus tobillos y después a sus muñecas.
Andrea oía las cuerdas deslizarse entre las argollas de las muñequeras, suponía que Timothy estaba atándola a la cama.
Ella permanecía quieta, le encantaba que Timothy la atara, se sentía mimada y cuidada cuando él atrapaba su cuerpo entre cuerdas y la hacía sentir indefensa, a su total disposición…Sin poder escapar de su Amo, sometida a su voluntad…
Hacia mucho tiempo que Timothy había perdido aquella costumbre que ella había añorado en secreto…
Inesperadamente sintió aquellos aguijones, primero en los labios menores de su sexo, supuso que eran pinzas hincándose en su piel, intento retorcerse de dolor pero las ataduras le concedían escasa movilidad…
- No quiero oírte gritar Andrea, si gritas habrá más pinzas para tu sexo .
Ella intento serenarse pero antes de recuperar el aliento de nuevo los aguijones profanaron su piel, esta vez en sus pezones.
No pudo contener un grito.
Timothy cruzó su cara con una bofetada.
- No grites!
Intentó acallar sus gemidos de dolor, siempre había soportado muy mal las pinzas en sus pezones y aquel día Timothy parecía haberse ensañado con esa zona de su cuerpo.
Timothy la despojo de la capucha, y pudo ver su rostro mientras él la contemplaba.
- Estas guapa, muy guapa…Andrea…
Ella siguio mirandole fijamente sin musitar ninguna palabra, sentía cierto temor ante Timothy que parecía aquella tarde obrar al margen de lo que ella pudiera sentir, quejarse o sufrir.
Tras contemplarla un rato en silencio le cubrió los ojos con un antifaz y tras ordenarle abrir la boca le introdujo un pequeño trapo en su interior.
- Ahora ya no podrás gritar… Abre la boca..Así...- le dijo Timothy mientras acercaba a la cama en sus manos un cuenco que había depositado previamente en el suelo.
Andrea abrió la boca, obediente...Expectante, intentando adivinar en aquellos sonidos de Timothy aproximándose a ella que era lo que iba a suceder a continuación...
Un líquido de sabor amargo e íntenso fue derramado en su boca, empapando aquel trapo q había en su lengua, enmudeciendo su voz, fue sintiendo como el líquido salpicaba su cuello, sus hombros, imagino su melena humedecida también y sintió una tremenda repugnancia, aquel sabor tan peculiar y desagradable sólo podía ser de ...

miércoles, diciembre 13, 2006

Vidas Secretas (III)





Los acontecimientos se habían precipitado aquella mañana.

Andrea jamás pensó como iba a cambiar su vida, mientras se desperezaba al despertar.

Timothy la había besado en la frente antes de marcharse hacía su trabajo.

Ella remoloneó un rato más entre las sabanas y no le devolvió el beso.

Abrió los ojos cuando escuchó como se cerraba la puerta y supo que Timothy ya había salido de la casa.

Andrea se había tomado el día libre en su oficina, tenía algunos asuntos que resolver, nada importante ni urgente, pero necesitaba tomarse unas horas para solucionar algunos temas en el banco.

La habitación estaba en penumbra, aún no había amanecido, dio la luz de la lamparilla de la mesita de noche.

Odiaba la oscuridad, tenía miedo de volver a dormirse.

Últimamente siempre se le repetía el mismo sueño, intentaba despertar moviéndose, gritando…Pero era imposible.

Cuando por fin lograba abrir los ojos desde su pesadilla le aterrorizaba volver a dormirse, estar sola y que Timothy no pudiera zarandearla para despertarla.

Aquel sueño la angustiaba.

Al igual que su vida. Se sentía encadenada a aquel matrimonio y no sabía como enfocar el tema ni recuperar su libertad perdida. Había dejado de amar a Timothy.

Hacía ya tanto tiempo desde la última vez que se sintió enamorada de su marido que lo había incluso olvidado. Quizás habían pasado meses, quizás años…

Día tras día la misma rutina.

Ambos habían iniciado durante su noviazgo aquellos juegos de rol en los que él asumía el papel de ser su Amo y ella su sumisa, hasta llegar a convertirla en su esclava sexual.

Al principio era excitante aquel secreto que compartían frente a amigos y conocidos, pero con el tiempo Andrea llegó a sentirse atrapada en su relación.

Necesitaba experimentar todas aquellas sensaciones que Timothy le brindaba. Sentir aquella mezcla de dolor y placer se había convertido en una droga.

Se sentía ya dependiente de aquel tipo de relación pero tras sentirse atraída de un modo casi salvaje por un compañero de oficina, descubrió que había dejado de amar a su marido y que en sus fantasías era otro quien la sometía, quien la seducía, quien se convertía en su Dueño.

No sabía como escapar de aquella relación. No quería dañar a Timothy. Él la amaba.

Disfrutaban del sexo juntos, las sesiones eran placenteras y ella vivía su rol de esclava entregándose y sometiéndose a él, abandonándose a su antojo, sintiéndole el propietario de su cuerpo, aquél que gobernaba sus orgasmos y dosificaba su placer.

No había ya límites en aquella relación y ella había dejado de tener secretos para él.

Hasta que inició aquella aventura con su compañero de oficina.

Entonces todo aquel universo de entrega, que les pertenecía sólo a ellos dos, se resquebrajo en mil pedazos.

Ya no deseaba sus azotes, ya no disfrutaba de sus caricias ni podía someterse a sus caprichos sin remolonear.

Había dejado de amarle y ya no tenía sentido para ella que él le inflingiera dolor ni sus caricias lograban saciar su hambre de placer, tampoco se sentía recompensada como antes, tan sólo con un simple beso, cuando tras desatarla permitía que ella le abrazara.

De repente su vida era absurda.

Buscó el teléfono y llamó a su compañero de oficina, quizás podrían aprovechar la hora del almuerzo para tener un fugaz encuentro.

Aquellas citas furtivas se habían convertido en el único acicate que día tras día la hacían sentirse viva, mientras su alma moría en manos de quien alguna vez fue su Dueño.

No quería ya tener remordimientos, tampoco quería pensar en si su conducta era denigrante y ultrajaba los principios que una esclava jamás ha de traspasar : la fidelidad a su Amo, la traición a su confianza.

Lo cierto es que vulnerar aquellas normas no escritas la hacían sentirse fuerte frente a quien ahora se había convertido en el verdugo de su libertad.

Se levantó de la cama y tras despojarse del diminuto pijama procedió a perfumar todo su cuerpo, mientras se observaba en el espejo del comodín.

Su pelo aunque revuelto y despeinado era una invitación a la sensualidad.

Desnuda seguía siendo tan elegante como cuando llegaba a la oficina enfundada en cualquier estiloso vestido.

Volvió a acostarse en la cama. Su amante poseía una copia de la llave de la cerradura.

Confiaba en él. No era la primera vez que usaban su casa para encontrarse y amarse como posesos que comparten la misma locura.

El tiempo de espera lo dedicó a perderse en sus ensoñaciones, mientras su mano mojándose del placer del deseo, acariciaba su sexo, imaginando el bello cuerpo de su amante poseyéndola otra vez, adentrándose en su vientre, navegando por sus pechos con su lengua, surcando el mar alborotado de su carne, refugiando sus gemidos en el puerto de sus caricias.

Muy pronto oyó abrirse la puerta, los pasos hacía la habitación y pudo ver impaciente ya, la figura de su amante recortada en la penumbra avanzando hacía su lecho.

Él se despojó de su indumentaria antes de cobijarse bajo las mismas sabanas en las que ella ardiente y deseosa le esperaba.

No hubo tiempo de caricias, ni de besos, la cabalgó sin tregua, sin más preámbulos mientras ella gozosa gemía y suspiraba abrazándose al cuerpo de su amante.

La tragedia de lo imprevisto hizo zozobrar la nave de lujuria en la que navegaban.

Todo sucedió muy rápido. Una puerta abriéndose y cerrándose.

Unos pasos que se encaminan hacía la habitación.

Y antes de poder reaccionar ninguno de los amantes, una luz que se encendió.

Timothy horrorizado en el umbral de la puerta de la habitación contemplando la traición de la mujer que tanto amaba, su compañera, su amante, su esclava...

miércoles, noviembre 08, 2006

Vidas Secretas ( II )



(Gäel)

Timothy se acercó al rincón donde estaba Andrea esposada y le acarició con su mano,repleta de infinita ternura, la mejilla,resbalando por su cara hasta detener sus dedos sobre sus labios esperando que ella respondiera agradecida con su lengua a las dulces caricias.
Andrea, dócil como una perrita, lamió y beso la mano de su Dueño.
George permanecía en el umbral de la puerta observando la escena.
Jamás hubiese podido imaginar que podría ver a Andrea arrodillada, desnuda, hermosa y entregada al placer de su Dueño.
Timothy se dio ligeramente la vuelta para indicarle a George con un gesto de su cabeza que se aproximara a ellos, mientras Andrea seguía lamiendo su mano dulcemente, recorriendo con su lengua dedo a dedo, perdiendo sus labios en aquella adorada mano y saboreando con sumo placer la piel de su propietario.
Cuando George se detuvo al lado de ellos pudo apreciar aún más, la hermosura de la mujer y también que estaba marcada. Descubrió un piercing azul en su ombligo y que llevaba los pezones anillados.
Sintió una tremenda admiración por los avances que su amigo, Timothy, había conseguido de su esclava.
- Andrea, saluda a nuestro invitado como debes, ya sabes que esta visita de George es en calidad de Amo, además de amigo, y que esta noche te cederé a él, es la única prueba que tenemos pendiente de superar en tu adiestramiento.
George ofreció a Andrea su mano y ella mostrando la misma complacencia con que había lamido a su Dueño le beso y acarició con su lengua.
Tras este recibimiento Timothy procedió a desatar las cadenas que la unían a la pared y le ordenó que se posicionara en el suelo como una perrita, ofreciendo la esplendida visión de su contorneado trasero.
Entonces Timothy cogió una pequeña paleta que había encima del potro, situado a su lado, y se la ofreció a George.
- Se inician las clases de hoy y Andrea ha sido muy mala alumna, ¿Tendremos que castigarla, verdad George?
George asintió con la cabeza y sin proferir palabra alguna inició aquel castigo, azotando a Andrea en sus nalgas con la pequeña paleta.
Ella permanecía en silencio, sin variar un ápice su posición, lo que le agrado a George que sin contar los azotes, no detuvo su castigo hasta que el trasero de ella estuvo lo suficientemente enrojecido.
Cuando dio por finalizado la tanda de azotes Timothy comprobó paseando su mano por el sexo de ella la humedad que delataba el placer de la mujer en aquella situación.
- George creo que a nuestra putita le ha agradado el castigo, seguramente habremos de ser mucho más duros con ella esta noche si no queremos que no nos pierda el respeto. ¿Qué sería de nuestra reputación como Amos si estamos regalando el placer a nuestra sumisa sin que nos haya aún complacido? – dijo Timothy en tono irónico.
- Tienes razón Timothy, habremos de ser mucho más duros con ella…- respondió George mientras observaba como a Andrea se le escapaba una fúrtiva lágrima por las mejillas.
Timothy, quizás sin darse cuenta de aquellas lágrimas, abrochó una cadena más fina al collar de Andrea, y la conminó a seguirles gateando, abandonando la fría estancia.

sábado, noviembre 04, 2006

Vidas Secretas ( I )



- Pasa George, has sido puntual.
George franqueó la puerta de la casa y tras colgar su abrigo en el perchero de la entrada se adentró tras su anfitrión que caminando lentamente esperaba a que le siguiera su invitado hacía el interior de la casa.
Hacía frío en la calle, George agradeció la calidez con que le envolvió la vivienda en cuanto cruzó el umbral, se sentía algo nervioso puesto que desde hacía varios días no había podido dejar de pensar en otra cosa: La cita ineludible que aquella noche se iba a fraguar en aquella casa.
Había pasado ya mucho tiempo, varios meses, desde que Timothy y él se habían confesado sus deseos y fantasías más ocultas. Y fue una agradable sorpresa descubrir que ambos eran practicantes del sadomasoquismo y que ese tipo de relación en el que ostentaban la dominación sobre la mujer era para ellos un modo de vida.
Fue entonces, en esa trascendental conversación cuando George descubrió que Andrea, la compañera de Timothy era en realidad también su esclava.
Siempre había deseado a Andrea, era una mujer muy atractiva, morena, de pechos exuberantes y figura elegante. Andrea era para él la encarnación de la sensualidad y sin saber que realmente esa era su condición, más de una vez había fantaseado con la posibilidad de que ella fuera una esclava con quien compartir momentos de placer.
Pero sentía un profundo respeto hacía su amigo Timothy y jamás se insinuó ni mostró su interés hacía Andrea, entre los tres se había entablado una peculiar relación de amistad y camareria y nunca observó entre su amigo y ella ningún pequeño detalle que le indujera a pensar que eran Amo y esclava.
George tras su separación, ocurrida unos meses antes de aquella vital conversación con Timothy, no había vuelto a tener ninguna pareja estable, había gozado de la compañía esporádica de alguna mujer, había retozado en algún lecho ajeno pero no se había interesado ya en especial por ninguna fémina puesto que una vez separado había decidido que su próxima compañera había de ser una mujer que compartiera también sus gustos sadomasoquistas. Sabía que resultaría difícil llegar a conocer a una mujer que cumpliera dicho requisito y que le satisficiera como mujer y compañera, que se convirtiera en su cómplice, en su amante y en su sumisa .Pero estaba decidido a esperar el tiempo suficiente para lograr aquel sueño : Gozar de su condición de Amo de una bella mujer y sentir como día a día iba moldeándola y educándola para él.
Timothy se detuvo ante una de las puertas.
- ¿Esta aquí ella? – preguntó George.
Timothy asintió con la cabeza y extrayendo una llave de su bolsillo abrió la cerradura.
La estancia estaba en penumbra pero podía apreciarse que estaba decorado de un rústico modo, paredes forradas de piedras que simulaban el interior de una mazmorra, grilletes en las paredes, cadenas, un potro, una jaula y poleas en el techo.
En el fondo de la estancia se podía apreciar la silueta de una mujer arrodillada y encadenada a la pared con gruesas cadenas que partían de las muñequeras de sus brazos.
George se estremeció al distinguir su figura.A pesar de la oscuridad de la estancia su perfil de blanca diosa desnuda destacaba en el cuarto llenando de luz y pensamientos prohibidos el lugar.
Ella les miró y sonrió dulcemente, bajando luego su cabeza y agachando su mirada.
George sintió una ola de deseo surcar su cuerpo, al verla así, ofrecida e inmovilizada, serena y dulce esperando que su Amo, Timothy entrará en la habitación.
Había llegado el momento que tantas veces había soñado.

domingo, septiembre 24, 2006

Conjura y Liberación

"Todo se ensambla fielmente, lo vivido y lo soñado, todo se descubre comúnmente compartido en el universo de una misma locura: y si nos atrevemos a mirarlo a la cara, horrores, maravillas, sueños, mentiras, todo es conjura y liberación." Pauline Réage - Histoire d'O